A los 24 años, con la determinación como brújula y un sueño en la mirada, emprendió un viaje que lo llevó a México, tierra de oportunidades y desafíos. Allí, con la tenacidad que caracteriza a los espíritus indomables, logró convencer al mítico Don Benito Floro, antiguo técnico del Real Madrid, para dirigir al equipo Rayados de Monterrey, dejando una huella indeleble en el fútbol mexicano.